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Casi ochenta años después de su inauguración, el mercado de Santa María de la Cabeza sigue siendo nuevo. Esto se explica por su apariencia renovada, después de obras de rehabilitación que han respetado la fachada original y sus aires art-decó y, sobre todo, por la vitalidad que se respira en el mercado. Hay mucho donde elegir, en muchos puestos distintos, que se reparten en una primera planta donde sólo hay comercio minorista y una segunda donde se combina la oferta de puestos tradicionales -sobre todo, fruterías y verdulerías- con la de un supermercado de tamaño medio. La ubicación del mercado, en el número 41 del Paseo de Santa María de la Cabeza y muy cerca de Embajadores, lo convierte en un remolino de personas y de acontecimientos. Siempre pasa algo, entre sus hileras de puestos o en el vestíbulo: un zancudo que ofrece una degustación de kakis, niños que hacen figuritas para el belén del mercado o vecinos que inmortalizan rincones para un concurso de fotografía.