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Nada mejor que cerrar nuestra programación cinematográfica con una película que nos habla, entre otras cosas, de aquellos lugares donde hemos sido felices. Unidad de tiempo y acción en un desvencijado estadio de Nueva Inglaterra, donde se juega un partido de béisbol amateur ante unas gradas vacías, desde la mañana hasta el anochecer. Es el último partido del equipo: al día siguiente comenzará la demolición del estadio. No hace falta conocer las reglas del béisbol para captar la asombrosa belleza y la delicadeza de la puesta en escena de Eephus: una película que coreografía el fin de cierto mundo estadounidense, rural y masculino. El Festival de Cannes vibró con el primer largometraje de Carson Lund, director que forma parte del colectivo Omnes Films y uno de los 25 autores que la revista Filmmaker Magazine nombró como nuevos cineastas a seguir. Lund es el perfecto representante de un cine independiente americano que abre nuevos caminos narrativos y formales al tiempo que nos detalla, en un relato lleno de humor, un momento congelado en un tiempo que está a punto de dejar de ser.

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